viernes, 10 de mayo de 2013

Consumiéndome...

Bueno, creo que el mundo entero está conspirando contra mí y no es nada divertido. Hace días que voy alternando el hecho de asistir a clase. Un día voy, otro no, otro sí, los dos siguientes no. Sé que me va a traer problemas porque me pierdo de trabajos y exámenes, y eso es lo que mas me estresa. Y entonces llega ese horrible límite de estresarme por el estrés, lo cual es aún más estresante todavía. Además, estoy comenzando a tener ataques de pánico. Estoy en medio de la clase y siento que la respiración se me corta y todo se me vuelve borroso. Juro que es horrible. Y es peor el que ninguna de mis compañeras y "amigas" se preocupe siquiera un poco por ello.
Por otro lado, ya, enserio, me cansé de vivir este infierno y le dije a mi madre que necesitaba un psicólogo. No voy a contarle todo lo que me sucede, sólo busco que me de alguna medicación y tome una medida drástica respecto al pánico que me da ir al colegio. Ella dijo que también iría al colegio a hablar con mi profesor de Sociales (que es mi favorito, me adora y yo a él; soy su consentida) y decirle que me ve un poco mal y tengo problemas, para que la oriente a una posible solución. Ya estoy harta de sufrir, sufrir y sólo sufrir. Sé que tengo una cura, quizás se encuentra muy adentro mío, y quiero hallarla. Quiero sentirme bien conmigo misma, y recuperar mi sonrisa. He olvidado lo que es la risa, la felicidad, la alegría. Es tan frustrante ver a todo el mundo sonreír y saber que tú no puedes reproducir esas sonrisas genuinas en tu rostro.
Siempre me privé de pedir ayuda. Tal vez porque siento que valgo nada, y la gente que no vale nada no merece ser ayudada. Sólo merece la muerte, como yo. Siempre me costó abrirme y decir que necesitaba apoyo, seguramente porque sabía con certeza que nadie me lo daría. Era como pedirle peras al olmo...
Resumiendo, si me las ingenio un poco voy a controlar al psicólogo y lograré que me coloque un profesor en mi casa, que me eduque allí, sin tener que ir al colegio nunca, nunca más. Y hasta tal vez logre que me de alguna medicación (que en momentos de tristeza sirva como calmante, y en momentos de desesperación como medio para suicidarme). La parte buena del asunto es que mi familia empieza a preocuparse por mí, preguntarme como estoy. Les miento todo el tiempo con una sonrisa, pero me hace bien saber que ya no soy tan invisible como antes...


-Masticando Aire

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