Era una criatura romántica y sentimental, con tendencia a la soledad, de pocas amigas, capaz de emocionarse hasta las lágrimas cuando florecían las rosas en el jardín. (Isabel Allende)
domingo, 12 de enero de 2014
jueves, 2 de enero de 2014
Donde no hay tumbas, no hay resurrecciones.
"Donde no hay tumbas, no hay resurrecciones" escribe Nietzsche en su más grande obra: "Así habló Zaratustra". Encuentro en esa frase un concepto muy acertado, el cual experimenté cientos de veces. Morí -o al menos intenté matarme- cientos de veces, y necesité estar al borde de la locura para convencerme de que no valía la pena morir. Necesité incluso morir en vida para renacer luego y hallar la belleza en cosas que hasta ese momento, había ignorado, cegada por el dolor y el odio. De allí que no se puede renacer sin haberse convertido antes en cenizas, y que no hay resurrecciones donde no hay tumbas -gracias, Nietzsche-. Jamás pude curarme de esto, y no planeo hacerlo, porque se que el precio es enorme y no quiero arriesgarme a pagarlo. Pero sí sé que durante todo este tiempo -muriendo y renaciendo- aprendí lecciones que no hubiese aprendido de otra manera. No me curé, pero de algún modo y otro, entendí como manejar el dolor y usarlo a mi favor -si, eso es posible-. Haber estado enferma y profundamente triste durante casi cuatro años seguidos me enseñó a ser fuerte, a no confiar en nadie y a apreciar las cosas en la vida que merecen ser apreciadas. Aprendí a renacer, y ya se que ninguna muerte me va a hacer desaparecer.
En el pasado creía que era una clase de maldición el haber desarrollado tantos trastornos. Hoy lo agradezco. El haber tenido mi mente dada vuelta me enseñó a ponerla en su lugar.
No le desearía la muerte a nadie, pero a veces necesitamos morir un poco, en vida, para ver la muerte de cerca y convencernos de cuan valiosa es la vida.
En el pasado creía que era una clase de maldición el haber desarrollado tantos trastornos. Hoy lo agradezco. El haber tenido mi mente dada vuelta me enseñó a ponerla en su lugar.
No le desearía la muerte a nadie, pero a veces necesitamos morir un poco, en vida, para ver la muerte de cerca y convencernos de cuan valiosa es la vida.
miércoles, 1 de enero de 2014
¿Volver? ¿Otra vez? ¿Para qué?
Creo que esta oportunidad se presenta perfecta -con el hecho del nuevo año y el hecho de que "volví" a las redes sociales que había abandonado un tiempo- para reflexionar acerca de mi vida. Sobreviví -¿lamentablemente?- a dos suicidios y desde esos días pasaron miles de cosas. Muchas veces me pregunté en que estado mental me habría encontrado en aquellos tiempos para intentar acabar con mi vida; pero fueron más las ocasiones en las que deseé con fervor haber hecho las cosas diferentes y haber muerto en aquellas oportunidades.
Por eso hablo de volver. Después de todo lo que paso, ¿Verdaderamente quiero volver "a la vida"? ¿Para qué? Intento innumerables veces comportarme y vivir como las personas aparentemente normales que sólo tienen altibajos y no períodos de depresión o una colección entera de trastornos; sin embargo, jamás lo logro. Como si sufrir y nunca sentirme suficiente fuese una especie de destino fríamente calculado para mí.
Algo me dice que este año va a ser diferente. Pero eso vengo pensando hace cuatro años.
Anoche pensaba en este tema de "volver", y me planteé que quizás sería bueno de una vez "irme" para no volver más; y dejar de hacer girar esta ruleta de mala suerte, este círculo vicioso...Ingresé entonces, después de bastante tiempo de abandono, a mi cuenta de twitter, y, no me aclamaban, pero dos o tres mensajes se preguntaban en donde estaba yo y porque había abandonado la cuenta. Eso, aunque es un detalle pequeño, me bastó para hallar fuerzas y decidir "quedarme en esta existencia", a ver que sucede o que cosas puedo llegar a experimentar. Con todo lo que pasé, supongo que un poco más de tristeza no me va a afectar demasiado.
Por eso hablo de volver. Después de todo lo que paso, ¿Verdaderamente quiero volver "a la vida"? ¿Para qué? Intento innumerables veces comportarme y vivir como las personas aparentemente normales que sólo tienen altibajos y no períodos de depresión o una colección entera de trastornos; sin embargo, jamás lo logro. Como si sufrir y nunca sentirme suficiente fuese una especie de destino fríamente calculado para mí.
Algo me dice que este año va a ser diferente. Pero eso vengo pensando hace cuatro años.
Anoche pensaba en este tema de "volver", y me planteé que quizás sería bueno de una vez "irme" para no volver más; y dejar de hacer girar esta ruleta de mala suerte, este círculo vicioso...Ingresé entonces, después de bastante tiempo de abandono, a mi cuenta de twitter, y, no me aclamaban, pero dos o tres mensajes se preguntaban en donde estaba yo y porque había abandonado la cuenta. Eso, aunque es un detalle pequeño, me bastó para hallar fuerzas y decidir "quedarme en esta existencia", a ver que sucede o que cosas puedo llegar a experimentar. Con todo lo que pasé, supongo que un poco más de tristeza no me va a afectar demasiado.
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